Entrar y salir. Estar y no estar. Pasado, presente y futuro. El trabajo de Lobo Velar tiene toda su vida en su obra y el medio con el que trabaja es su herramienta más poderosa: la fotografía como forma de capturar momentos del pasado, de captar algo que ya sucedió y trabajarlo en un momento futuro. Y no es solo la imagen como tal, sino la repetición de imágenes, el recorte, el collage, las fotos dobladas, lo que se ve y lo que no se deja ver, las partes de un todo. Cuenta Lobo -que en realidad se llama Carlos pero desde hace diez años que todos lo conocen por Lobo- que de chico rompía los libros de historia del arte de su madre seguramente para llamar la atención y hoy continúa rompiendo fotos que tienen recuerdos de amigos, de familia, de infancia. “Cuando saco fotos es una forma de disfrutar, de capturar un momento para repensarlo después. Es difícil a veces disfrutar y con la foto me saco la responsabilidad de estar viviendo ese momento”, reflexiona Lobo. Como un pasaporte que permite entrar y salir de cualquier situación en el momento que desee, la fotografía para Lobo representa mucho más que una forma de hacer arte porque representa su vida entera, sus relaciones, su forma de estar en este mundo.
Yo al trabajar con fotos de alguna forma trabajo con el pasado constantemente, la imagen es algo que ya sucedió.
El tiempo es su variable constante. Manejarlo, modificarlo, doblarlo.
Autodidacta, su interés por la foto empezó de muy chico primero en los viajes con su padre y luego mientras trabajaba como cadete en el microcentro y sacaba fotos callejeras. Pero no fue hasta que comenzó a trabajar como asistente de Facundo de Zuviría cuando sintió el real contacto con la profesión.
El tiempo es mi variable constante, mi tema principal. Manejarlo, modificarlo, doblarlo
Su taller está lleno de cajas con recortes de fotografías que Lobo despliega sobre la mesa y mueve, reacomoda, tira, vuelve a cortar. Es un viaje personal, que va del pasado al futuro, con sus aprendizajes y sus deseos. El tiempo otra vez es el encargado de unir las piezas para su próxima obra. En sus cuadernos hay bocetos de obras que luego, con algo de suerte, pasan a la gran escala. Cuando Lobo está listo para compartir esos nuevos momentos, esas nuevas situaciones, las obras salen de la cueva. Hay elementos que se repiten, como las mesas, la tijera del abuelo, los vasos, los amigos. “El arte es un tiempo que me dedico a reflexionar sobre mí, sobre la vida, sobre mi pasado y a encontrar aciertos y desaciertos en lo que hice y lo que quiero hacer y plantar deseos para el futuro. Los proceso, los trabajo y luego hay un momento en que quiero compartirlos”, detalla con la mirada fija en sus ojos de lobo.
Es dificil a veces disfrutar. La foto me da la posibilidad de revivir ese momento mas adelante. Es la prueba de que algo sucedió.
Hoy su vida se divide entre su trabajo como fotógrafo, como artista y su rol de padre. Desde su taller en el Distrito de Las Artes en La Boca recibe visitas y se suma a la movida cultural del sur de la ciudad.
La foto es un escape. Es un pasaporte que te permite entrar y salir de cualquier situación en el momento que quieras.