Facundo Maldonado nació en Córdoba. En sus obras, se ven indicios de ese paisaje de sierras, río y silencio, que dejó atrás en la infancia. “De chico me interesaba dibujar y pintar, pero el clic fue a los veinte cuando mi hermana me regaló unos papeles y me puse a pintar”, relata. Trabajó en taller, estudió pintura y dibujo, pero fue recién en la clínica con Jorge González Perrín cuando se apropió por completo del oficio y de su autodescubrimiento como pintor.
Sus obras se encuentran en colecciones privadas de Argentina, España, Brasil y Estados Unidos. Entre sus referentes más palpables está el expresionismo alemán. Los colores puros, las líneas rotas y perspectivas forzadas, y la intención de movilizar al espectador desde el clima que genera la imagen se ven en sus pintura. “Me gusta que pasen cosas en la obra. Para eso, tengo que trabajar, entrar en lucha y encontrar ciertos planos para romperlos. Es un estilo que está en constante movimiento”, explica Facundo.
Sin embargo, no se queda solo en el expresionismo. Entre otros referentes, menciona a Antonio Berni por la territorialidad y la utilización de múltiples recursos, así como la actitud gestual y plástica de Rómulo Macció, Marcia Schvartz y Jorge de la Vega. “Me interesa transmitir la lucha entre lo abstracto y lo figurativo, que también se refleja en la mirada del otro”, afirma y agrega: “Me atrae cuando la gente ve mis obras y busca esa cuestión figurativa. Esa visión le da una forma diferente a la que yo tengo y me causa mucho placer”.
«Me gusta que pasen cosas en la obra. Para eso, tengo que trabajar, entrar en lucha y encontrar ciertos planos para romperlos. Es un estilo que está en constante movimiento»
Facundo aborda la naturaleza de modo abreviado: un signo de un árbol, algún indicio del agua. Pero es la sensación que otorga el color el dato principal. El despliegue de los elementos orgánicos se trasladan a las operaciones pictóricas: los empastes, los contrastes simultáneos o las modulaciones de tintes. “Pinto sin boceto, siempre creí en esa cuestión espontánea. Me gusta que vayan apareciendo cosas. Trabajo con los accidentes y me interesa el diálogo con la obra, escuchar y saber lo que me pide la pintura. También imponer lo que yo quiero que se diga, pero con ciertos matices”, señala.
«El arte para mí es comunicación, es poder contarle al otro algo que no está en la superficie. Es una forma de mostrarse y, en mi caso, descubrirme también»
Sus obras son descarnadas, a la vez que sólidas y contundentes. “Trabajo mucho con la paradoja como concepto estético, la comunión que hay entre lo espontáneo o lo gestual y la construcción más formal de una imagen. Esa búsqueda de equilibrio es lo que yo entiendo que es mi pintura, mi belleza”, confiesa. Facundo forma parte del grupo de artistas visuales “Zafarrancho”, donde encuentra un laboratorio de ideas. “El arte para mí es comunicación, es poder contarle al otro algo que no está en la superficie. Es una forma de mostrarse y, en mi caso, descubrirme también”, afirma.
“Hago arte y soy feliz. Si hubiera otra cosa que también me hiciera feliz, lo haría. Necesito pintar, o hacer escultura, dibujo, o cerámica, porque es lo que me llena y me da placer. Es como una búsqueda de deseo constante y yo tengo ese deseo de ser artista. Algunas veces creo que lo logro”, concluye.