Verónica Sanes camina por las calles de la ciudad con los sentidos bien abiertos, dejándose sorprender por colores, texturas y sonidos, a cada paso. Como los niños, o como nuestro estado más inocente, su inspiración está ahí afuera en lo que ve y también en lo que toma de las calles de su barrio. Nacida en La Plata, su familia se mudó a Capital cuando ella tenía 15 años. Estudia arte desde que tiene memoria, hizo la carrera en la Prilidiano Pueyrredón al mismo tiempo que estudiaba Biología porque para ella, el arte y la ciencia van siempre juntas.
El foco de su trabajo tiene que ver con las personas y se ve reflejado en su serie de retratos. Las miradas, los vínculos, la pintura como un regalo de amor. “Pintar al otro es acercarme, ver su mirada, encontrarlo, conocerlo y dedicarle tiempo”, explica Vero en su taller en Colegiales. “Mi obsesión por los retratos siempre fue hacerlos de gente viva y cercana, para querer ganarle a algo de la historia. Hoy se habla de memoria, pero a mi me gusta el hoy: qué construimos los que estamos acá ahora”, agrega.
“Con el tiempo me di cuenta que este color se usaba mucho en mi infancia. Tengo un mueble que era de mi abuela que es de ese color… Tal vez lo haya buscado porque tiene que ver con volver a un lugar de protección”
El mundo que la rodea es su gran inspiración. Las estructuras y mandatos y cómo se van cayendo y rompiendo también son fuente de idea para sus trabajos, sobre todo para la serie de geometrías que realiza a partir de recortes de diario. Las líneas aparentemente rectas y prolijas, vistas de cerca no son tan rectas ni prolijas. La pintura se va de los bordes y la línea marca el error. Otro foco de su trabajo son las capas y capas de color y textura que se superponen sobre sus obras en una búsqueda que tiene que ver con quedarse en la obra, mirar un poco más allá, bucear, investigar y no quedarnos con lo primero que vemos.
El tratamiento del color también es muy característico de la obra de Verónica. Sensible, y muy movilizada por pintores clásicos como Vermeer o Van Gogh, en muchas de sus obras aparecen colores flúo o furiosos, combinados con grises y marrones que opacan el brillo. “Trabajo con acrílicos y con encáustica que es cera caliente y formo capas sobre capas de color. A veces uso la cera para que esas capas puedan verse”, detalla. Pero hay un color especial que está presente en casi todos sus trabajos al que ella llama Verde Verónica. Es un verde particular que muy pocas veces sale directo del pomo sino que ella lo hace mezclando un tipo de verde con un amarillo o celeste o blanco según la marca del acrílico que use. A veces visible y a veces tapado por otros colores, este color a Vero le cambia la química, le hace bien verlo y en algún momento siente la necesidad de aplicarlo o producirlo. “Con el tiempo me di cuenta que este color se usaba mucho en mi infancia. Tengo un mueble que era de mi abuela que es de ese color… Tal vez lo haya buscado porque tiene que ver con volver a un lugar de protección”, detalla.
Cuando le preguntamos qué significa el arte en su vida ella responde: “Para mi es conocimiento. Autoconocimiento y del mundo que nos rodea. Creo que el arte es una manera de conocerse, curarse y ayudar a otros. Me encanta ver que alguien se emociona o le sucede algo al ver lo que hago” Y agrega: “No me veo en ningún otra profesión. Es más me pregunto al revés, ¿qué hace todo el resto de la gente que no pinta, que no es artista? No podría imaginarme de otra manera”.
Obras en venta de Verónica Sanes
