De madre y padre arquitectos, cuando Luciana tuvo que decidir qué estudiar fue sin dudas a Arquitectura. Terminó la universidad ejerció la profesión durante medio día (casi literalmente) para meterse de lleno en talleres de arte y en la práctica de su profesión por elección. El tema que rodea sus obras es claramente la arquitectura, desde ciudades a edificios, proyectos, libros, materiales, texturas, luces, sombras. Visitar edificios es una de las actividades favoritas de Luciana. Los recorre, saca fotos, compone con su mirada y se deja llevar por las perspectivas. Registra todo, como buena directora de obra, y así va juntando el material con el que luego va a trabajar en su taller. “Descompongo la arquitectura y sobre la tela construyo otra cosa. No hago bocetos, trabajo directo a gran escala”, relata. La creación es contínua y, en algunos casos, los elementos se trasladan de una tela a la otra como migraciones de obra. Porque su trabajo es en series y con varias obras en simultáneo. Así, líneas y geometrías que vienen de alguna arquitectura se repiten luego con un criterio diferente en una tela con formas que no son las de un arquitecto, según lo define ella misma.
“Trabajo muchas telas en simultáneo. Todos los dias hago algo. Hay dias que pinto muchas horas y otros que organizo, busco material”.
Su primera aproximación al arte fue de muy chica cuando sus padres la llevaron a un taller de pintura y cerámica. Pero Luciana cree que se esta profesión se volvió seria para ella desde el 2007 cuando tuvo su primera muestra individual, que fue en el Centro Cultural Borges. “A partir de ese momento lo tomé en serio y me resultó interesante el proceso de preparar una muestra. Entonces pude proyectar nuevas muestras en los años siguientes y trabajar en cada proyecto, año tras año”, explica.
“La inspiración y la referencia después pasan a un plano abstracto y las obras se empiezan a conectar entre sí más allá de mi inspiración”.
Con mucho trabajo de por medio, el proceso de esta artista no es solo pintar. Es también organizar, buscar material, mirar, pensar. Su período favorito dentro de la historia del arte son las vanguardias. Y en arquitectura es fan del brutalismo, de Clorindo Testa, de Le Corbusier y del hormigón como material. Su padre tenía una fábrica de premoldeados de hormigón y su programa de cada sábado cuando era chica era saltar arriba de placa en placa en la fábrica de San Martín. Recuerdos de su infancia y conversaciones con su familia aparecen a cada rato en nuestra charla con ella.
“El arte para mi es volcar todo mi mundo interior y poder transmitirlo a través de mis obras y generar algo en la sensibilidad de quien lo mira”.
Expuso en el Museo de Arquitectura de Buenos Aires, en Madrid, Milan y Nueva York. Estudió con Sergio Bazan, Eduardo Stupía, Mariano Sapia y Ernesto Pesce.
Para Luciana, el arte es volcar todo su mundo interior y poder transmitirlo a través de sus obras y poder así generar algo en la sensibilidad de quien lo mira.