De profesión psicoanalista, el arte en la vida de Adriana llegó casi de casualidad. En el año 2000 mientras trabajaba en un hospital público y el estado de ánimo general era muy denso, fue invitada a una clase abierta para padres en el taller de cerámica al que asistían sus hijos. Movilizada por la sorpresa que le causaban las obras que ellos traían a casa, fue curiosa y feliz a ver de qué se trataba. La masa, el material, la hechura, el ambiente, poder relacionarse con gente fuera de su profesión que tanto la demandaba, le resultó más que interesante. Así fue que comenzó a ir a otros talleres con grandes maestros de escultura y cerámica y poco a poco entró en el mundo que ahora ocupa todas las horas de su día. Salones Nacionales, premios, viajes, exposiciones, como en una novela, la vida de Adriana hizo lo que en inglés se llama plot twist y viró casi 180 grados. Al principio sosteniendo su trabajo en el hospital hasta que en algún punto el arte la tomó por completo. Su taller se fue agrandando, sus obras multiplicando y de pronto se encontró experimentando con materiales no convencionales y encontrando a cada paso nuevas ideas para crear.
Me parece que hay algo en el arte contemporaneo que se parece a la posición del analista que sea causa del decir. Que provoque en el otro algo que lo haga hablar.
Así, se valió de medias de nylon, resina, vidrios recuperados, papeles, tintas, parafina y cerámica para realizar esculturas y obras de diferentes formatos. Materiales que la encuentran en momentos de eureka mientras hace cualquier otra actividad de su día. Aparecen porque son referencia de algo que leyó, una película que vio o una situación que la atravesó.
Casi todas mis obras tienen algo de agujeros, cortes, quiebres. Es una lectura que creo que tiene que ver con el psicoanálisis… La fragmentación y la falla
“Casi todas mis obras tienen algo de agujeros, cortes, quiebres. Es una lectura que creo que tiene que ver con el psiconálisis: la fragmentación, la falla y las marcas”, describe Adriana. Y agrega: “Estoy siempre tapando lo que no se ve y lo que se oculta. Eso creo que es un problema de oficio… “. Su trabajo de las bolas de vidrio por ejemplo está lleno de quiebres, donde el que mira se refleja fragmentado y se convierte también en parte de la obra. En sus escritos también hay un relato, un recorte de lo que uno piensa. Esas palabras que luego se transformaron en dibujos son un pedazo de historia, de sentimientos o de memoria que se vuelcan en el papel como una catarata de información. “Yo nunca dibujé ni aprendí dibujo. Me encontré copiando y copiando bastante bien y me sentí extraña sabiendo dibujar”, detalla. ¿Y qué son esos dibujos? En general, según relata, tienen que ver con estados de ánimo, situaciones, memorias que retornan sobre el papel con formas e imágenes a veces más claras a veces más abstractas. Como un fluir de la consciencia.
Causar el decir es el punto donde el arte contemporáneo se une con la posición del analista, según su visión. Que provoque en el otro algo que lo haga hablar. “Eso me parece fantástico. Si se logra yo estoy feliz”, remata.
Textos y fotos: Victoria Schirinian