Entre lo industrial y lo emocional se ubica el universo de Federico. Entre o intra, separado pero junto, lo analítico y los sentimientos, dos polos que, lejos de parecer opuestos, encuentran comunión en su trabajo. Un plan que termina siendo lo que tiene que ser: una obra de arte, con su combinación de técnicas, materiales y procesos intuitivos y racionales.
La inspiración es algo que se va nutriendo de todo lo que ves, leés y escuchás.
Es que desde muy chico el juego de Federico era dibujar. Más tarde entró a una escuela industrial y durante seis años hizo dibujo técnico. “Es un dibujo con reglas para que otro pueda interpretar un plano”, explica. Entonces, hay códigos en común y no hay lugar para la mirada particular de cada uno. De aquellos años, su obra se nutre con planificación, construcción de herramientas a medida para lograr algún efecto deseado y procesos de carpintería o soldadura. Más tarde vino el contacto con el arte como disciplina y ahí sus primeros trabajos que combinaban fórmulas matemáticas con paisajes pintados al óleo. Paisajes que remiten a esas pinturas impresionistas pero con formas que están en su propia imaginación… Imágenes que alguna vez vio, fotos de viajes, paisajes que aparecieron en alguna búsqueda en internet que se combinan para crear nuevos escenarios, que no son iguales a nada visto pero tan familiares a la vez. Es que para él, el paisaje es una forma que tiene el otro de entrar en la obra y luego quedarse ahí, pensando, sintiendo, recordando, estando. Entre lo surreal y lo real habitan esos árboles, esos caminos, esos bosques.
Las técnicas también son centro en la obra de Villarino. Explorarlas, transitarlas, entrar y salir, de la computadora a la materia, desde antiguas técnicas japonesas hasta la última tecnología automotriz, allí reside el encanto.
“Me gusta pensar el camino que recorre una imagen hasta construirse en cuadro. En mi caso la imagen siempre atraviesa distintos estados: primero uno más mental en el que voy armando el cuadro que cuando llega a la tela ese plan quizás cambió completamente o no pero bueno ahí aparece otro estado de esa imagen”, detalla.
Los paisajes vienen de la imaginación, de fotos que saqué en algún lugar, de cosas que veo en internet.
Las capas aparecen, con colores y materiales diferentes, y van develando los procesos. Cuando le preguntamos por el fondo y la figura, Federico nos explica que lo suyo es una pintura expandida que funciona como centro y desde donde llega a otros lugares y explora distintas maneras de pintar.
Es imposible saber qué siente el otro y creo que lo único que te puede acercar lo que siente el otro es el arte. Te conecta con el sentimiento del otro.
Y entre tanta técnica y cabeza aparece la reconexión con la esencia de por qué eligió al arte como forma de vida. “Porque creo que lo único que te puede acercar a lo que siente el otro es el arte. Te conecta con el sentimiento del otro y eso es lo que más me interesa de mi trabajo”.
Textos y fotos: Victoria Schirinian