Si bien su obra siempre llamó la atención de grandes referentes del mundo del arte y fue invitada a exponer en Estados Unidos y Berlín, Luciana Rondolini hace pocos años decidió que es artista. Tal vez por inseguridad o miedo, o simplemente para no rotular o encasillarse, pero el arte siempre estuvo sobre la superficie. Su interés por ver y entender las cosas del mundo que la rodea es el motor que la lleva a producir. Entre revistas de moda, imágenes publicitarias, espejos y objetos que brillan, Luciana pasa sus días en el taller de Abasto creando para tratar de entender y para mostrarnos a los que miramos su obra lo que la industria de consumo masivo está haciendo con nuestros valores.
«Es lo único que me puede salir mal y no desistir y seguir haciendo con ganas.”
Desde que agarró por primera vez un lápiz cuando era chica siempre dibujó y, luego de un breve paso por el diseño gráfico, un día decidió ser artista para poder ponerle a sus diseños también el contenido. Y ese contenido es, sin más y sin menos, que su vida cotidiana. Las imágenes publicitarias que ve en los carteles de la calle mientras viaja en colectivo, los avisos que aparecen mientras mira una revista en la sala de espera de un consultorio o los cantantes pop creados para ser estrellas que aparecen en la televisión de cualquier bar… Todo lo que en la superficie se percibe de una manera pero quizás en su escencia no lo sea. Como una pequeña guerrilla contra la publicidad -que resulta hasta más bella que las imágenes más bellas del mundo artificial de los Mad Men-, Luciana teje con paciencia un mundo infinito en su cabeza y un mundo más finito en el cuerpo de obra que produce. Como sus bananas podridas cubiertas de diamantes, busca reflexionar sobre el valor que el mercado le da a las cosas, lo descartable versus lo eterno, siempre con una simpleza y una belleza suave como ella misma. Quizás como forma de protesta, quizás como parte de cuestionar y no ser uno más de la masa, quizás para conectarse con su propio deseo. Entre la construcción artificial de la belleza por parte de la industria de la publicidad y la deconstrucción deliberada de este mundo se encuentra la obra de Luciana.
“En toda mi obra me interesa que haya contraste o dos lecturas diferentes sobre lo mismo, que puede ser una lejana y otra más cercana o una más detallada que otra”
“Me siento artista, no me representa ser diseñadora”
Su motor está puesto en el aprendizaje que le trae el mundo que la rodea. Aprender a ver y descifrarlo para poder descubrir cosas y mostrarlas a través del arte. Como si fuera un canal, una mensajera. Pero sobre todas las cosas, el arte para Luciana es un trabajo que disfruta. Una actividad que puede hacer para siempre. “Es lo único que me puede salir mal y no desistir y seguir haciendo con ganas.”, explica. “Para el resto no me cuenten.”
“Me inspira aprender a ver y descifrar lo que me rodea. Entonces cuando descubro algo que tiene que ver con mi realidad me inspira para poder mostrarlo a traves del arte”