El arte de digitalizar un negocio – La Nación

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Cornejo es licenciada en Marketing (UCES) con un posgrado en Comunicación (UB) y una especialización en Marketing Digital (Digital House). Braun es licenciada en Administración de Empresas (UADE) con una especialización en Marketing Digital (Digital House)

Arte accesible
El proyecto busca darles visibilidad a los artistas y abrir el arte para aquellos que no son expertos, coleccionistas o no suelen adquirir obras.

A toda industria le llega su disrupción: una nueva manera de sumar jugadores, democratizar el acceso y expandir las fronteras del mercado actual.

Lucrecia Cornejo y Angie Braun fundaron Diderot.Art, una plataforma de compraventa curada de arte nacional que nació con la intención de darles visibilidad a los artistas.

Sin las restricciones del espacio físico de las galerías o museos tradicionales, la plataforma permite agregar a una industria que es escasa en transacciones comerciales, pero no en interés. «Si bien la escena local es muy rica, porque hay buenas ferias de arte, galerías consolidadas y salas de museos que se llenan cuando hay una muestra importante, hacía falta un nexo entre un cliente potencial y los artistas», explicó a LA NACION Lucrecia Cornejo.

Es una apuesta valiente, ya que se propone modificar el comportamiento del consumidor, sobre todo de aquellos que no tienen el hábito de comprar arte.

Diderot.art se parece a un sitio de e-commerce, pero está muy embellecido. Hay 300 obras de arte de 40 artistas argentinos organizados en categorías como pintura, dibujo, collage, grabado, fotografía y escultura. También se puede ordenar por presupuesto en una amplia gama de valores que va desde 2000 hasta 150.000 pesos.

Como en cualquier comercio electrónico, hay un carrito para depositar los preferidos, y se ofrecen envío a domicilio y financiación en 12 cuotas.

Pero el gran valor agregado no es digitalizar la compra de obras, sino ofrecer una curaduría, información de los artistas y asesoramiento personalizado dentro de la misma plataforma. Un número de WhatsApp, bien señalizado en la parte superior de la página, sorprende por su facilidad de contacto, a diferencia de la mayoría, que esconde su teléfono en la letra chica.

«Una frase del artista norteamericano Keith Haring nos inspiró a lo largo del proceso: si el arte se abre a la gente, entonces la gente se va a abrir al arte», contó Angie Braun. Fue el disparador para empezar a pensar cómo cambiar la dinámica existente que consistía en que algún interesado por adquirir una obra se movilizara hacia una galería o coleccionista e intentara descifrar los enigmáticos precios y las valoraciones de los críticos.

«A través de la tecnología, con la facilidad del e-commerce y todas las herramientas de comunicación, como redes sociales y marketing digital, hacen posible que los artistas sean visibles, transparentes y accesibles», dijo Cornejo.

Identificar el espacio vacío para emprender

El mercado de las galerías «de ladrillo» es por definición acotado a las cuatro paredes donde pueden exhibirse las obras, que sólo tiene lugar para las ofertas y los referentes de mucha calidad y muy buenos,

Una galería virtual tiene espacio para artistas de diferentes niveles, obras de diversos tamaños, precios, estilos y más de una propuesta de curaduría.

Mientras tanto, la oferta de artistas emergentes y de carrera media es muy prolífera y le cuesta encontrar un público para darse a conocer.

En el país no hay otra iniciativa que combine la posibilidad de adquirir cuadros y esculturas por Internet.

Cubrir la totalidad ?del negocio

Crear una plataforma implica poder combinar tanto la oferta como la demanda. Las emprendedoras armaron una propuesta que resultó atractiva tanto para los nuevos clientes como para los artistas.

Los precios exhibidos a todo el público y la obra vendida sin contacto físico eran una novedad para quienes estaban acostumbrados al formato tradicional. Sin embargo, la posibilidad de sumar un canal de venta representaba una oportunidad difícil de resistir.

De parte de la demanda, hubo que poner en práctica todas las comodidades que el e-commerce establece como derechos adquiridos para los clientes, como por ejemplo poder pagar desde la plataforma y recibir el producto a domicilio.

Ampliar la base de clientes para crecer

Denis Diderot, quien le dio nombre al proyecto, considerado el primer crítico de arte, dijo: «Sólo los grandes maestros del arte son buenos jueces del dibujo, pero todo el mundo puede juzgar el color». La frase, que figura en el sitio web, habla de poder acercar el arte a quienes les emocione aun cuando no sean grandes expertos o conocedores de la materia.

«Nos gusta muchísimo el arte y siempre compramos, pero no desde el lado del saber», dijo Cornejo. La emprendedora espera animar a otros sobre la base de su propia experiencia y disfrute.

Uno de los objetivos del proyecto es que tuviera un carácter federal. Se aliaron con un servicio de mensajería para conseguir que las piezas puedan llegar a cualquier rincón del país, y además incorporaron obras de artistas en varias provincias. De hecho, algunas de sus primeras ventas fueron concretadas en Córdoba y Mendoza.

La información profesional genera confianza

Para seleccionar los artistas y la fracción de su obra que se ofrece en Diderot.Art trabajaron con una curadora, Stefy Jaugust, que certificó con su experiencia la calidad de cada una de las piezas. Teniendo en cuenta la carrera de cada artista y el valor de cada obra por sí misma, los clientes con cero experiencia pueden comprar con la tranquilidad de estar pagando un precio que refleja el valor. Además, cada obra comprada en el sitio se entrega con un certificado de autenticidad firmado por el artista.

El hecho de ser una tienda online no quiere decir que la atención no sea personalizada, a medida y bien resuelta.

La página ofrece la recopilación de información de cada artista, asesoramiento sin costo, tanto para quienes comprar una obra para sus casas y oficinas o para empezar una colección.

 

Foto: Silvana Colombo
Fuente: La Nación.