Agustina Nuñez #ARTISTA EN FOCO

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Agustina Núñez siente que siempre, haga lo que haga, está dibujando. Es como si su cuerpo dejara una línea negra a veces más gruesa a veces más fina, a veces más cargada y a veces menos, por donde ella pasa. Y así, ya sea cuando va de su casa al taller, cuando se va a dormir, cuando da clases, cuando se junta con amigas, siempre está la línea. Vestida toda de negro, si hay algo que define a Agustina es la síntesis: síntesis de forma, de color, síntesis de abstracción En un grado mayor o menor de síntesis, lo suyo es el dibujo y la forma de representarlo es la línea.

        

“El impulso esta relacionado con el trabajo diario. No hay otra manera. Trabajando y trabajando van surgiendo distintas ideas y correcciones y es un proceso dinamico y que evoluciona en el hacer. No hay otra forma”

Apenas terminó el secundario, Agustina sabía que quería dibujar y entró a la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y, al mismo tiempo, empezó taller con Sergio Bazán, su gran maestro. “Era el taller del momento, todos íbamos a aprender ahí. Era, y sigue siendo, un espacio de experimentación precioso”, relata. Tan joven y tan decidida, quiso dedicarse al arte simplemente porque no se le ocurrió hacer otra cosa. Por eso y porque siente que el arte tiene algo de salvación, de terapéutico. Verdadera vocación, el arte se transformó en un trabajo diario que necesita para vivir. Disciplinada y organizada, Agustina trabaja todos los días porque cree que la rutina y el foco en el trabajo son los ejes por los que su obra toma impulso, por los que surgen las ideas. “Es un proceso dinámico y que evoluciona en el hacer. No hay otra forma”, detalla con la síntesis que la caracteriza.

“Es un trabajo dia a dia. Es una necesidad y es una atracción constante”

Su serie de dibujos de línea en acrílico negro empezó en 2012 inspirada en formas orgánicas y fue mutando en deformaciones o formaciones, siempre con el foco puesto en lograr la máxima abstracción para dejar al ojo del que las mirara libertad para imaginar y completar la línea con la referencia, o no. “Parto de cosas concretas pero voy haciendo miles de bocetos hasta que encuentro las formas que me gustan y ahí las paso y las convierto en estas líneas tan sintéticas y homogéneas en negro”, relata. Fiel a su pulsión, con su línea llegó hasta Madrid, más tarde a Houston y luego a San Pablo, donde encontró algo que la atrapó: su línea se enredó con los paulistas, expuso en varias galerías y entró en contacto con el arquitecto Arthur Casas con quien realizó varios trabajos site-specific para proyectos de arquitectura con sello brasilero. Es que el arte para Agustina es algo con lo que no se puede cortar. Como la línea… No tiene horarios, ni tiempos concretos. “Es como una necesidad y al mismo tiempo es algo que no te suelta. Está constantemente”, reflexiona.

“Hay una suerte de atracción con el arte. Se me ocurrio dedicarme al arte porque no se me ocurrió hacer otra cosa”

Esperando su segundo hijo, hoy Agustina está trabajando en una serie muy grande que parte de dibujos de su hija de seis años, fascinada por la libertad que le da la niñez para dibujar abstracciones.

“También el arte tiene algo de salvación, de terapéutico.”